Borges, aficionado a las tramas enmarañadas, llegó a la conclusión de que la línea recta bien podía ser el más intrincado de los laberintos. Historias Extraordinarias nos enfrenta a esta paradoja cuando nos plantea la idea de viaje como punto de laberintización de la existencia. Esta película nos presenta tres historias, tres líneas, que sin llegar a atravesarse en ningún momento una con otra, nos deja con la sensación de un todo inasible: casi un modelo para armar.
Para el cine el tiempo es un estado en cuyos intersticios se juega el sentido de su ser. Historias Extraordinarias es una meditación sobre el tiempo cinematográfico, sin artificios ni pretensiones poéticas; mas sin detrimento de una fuerte conciencia de una estructura estética.
Es grande la tentación de comparar la literatura con el cine y esta película juega desenfadadamente con los recursos de la novela; pero es preciso hacer una notación radical: hay una irreconciliable separación entre la imagen y la palabra, son de una naturaleza distinta, ambas organizan la realidad secuencialmente y en eso consistirían sus uniones posibles. Hay una conciencia de ello en Llinás, pues si bien juega a novelar en ésta película, no es ajeno a pensar los límites de la relación entre literatura y cine. La película logra una atmósfera literaria, hace caso omiso de los puntos de intensidad prescriptivos del cine y se demora hasta casi darnos la sensación de estar leyendo un libro, la voz del narrador se convierte así en un alterego primitivo del espectador, su lector audible; pero desengañémonos el cine no es literatura ni la literatura es cine.
A lo largo de sus 240 minutos, Historias Extraordinarias es un elogio de la lentitud. La cámara no duda acerca de la toma fija, sus personajes caminan sin moverse de su sitio como si supieran que en el fondo no vamos a ninguna parte. Las historias mismas comienzan en una indeterminación temporal, un instante casi al azar en la vida de los personajes: un viaje. Tres personajes, X, H y Z, se hallan en medio de un trabajo cuyo sentido les es ajeno. Uno trabaja en un lugar al que llaman kafkianamente “la corporación” en un ambiente altamente burocrático que funcionaría perfectamente sin él y sin darse cuenta se halla viviendo la vida de un espectro. Otro es un arquitecto que ha sido enviado a hacer una inspección para demoler los edificios del “arquitecto del diablo” y se encuentra envuelto en una novela negra convirtiéndose en un Sherlock Holmes paródico que cree resolver crímenes encerrado en su cuarto de hotel. El tercero es un joven que debe fotografiar ”evidencias” ignorando que otro ha sido contratado para destruirlas.
Historias extraordinarias se desarrolla en la superficie, las historias son narrativas, perfectamente comunicables, sin embargo hay un fondo de silencio sobre el que las historias se llenan de otras significaciones. Pienso en la paradójica afirmación de Bresson de que el cine sonoro habría inventado el silencio; pero éste es otro silencio, un silencio más sustancial a la temporalidad del cine: el silencio de las Historias Extraordinarias.
Ésta película no es sólo una película, asume el gesto utópico de contener el germen de otras películas, de otras historias que se nos develan como posibilidades, pienso por ejemplo en la historia del gringo, de las dos hermanas, de Lola Gallo; pienso también en aquellos personajes de los que se dice que no son lo suficientemente interesantes y sin más son descartados. Es una puesta en escena de una proliferación de historias cuyo límite es la organización estética de la película.
En suma, Historias Extraordinarias es una meditación acerca del cine y su relación con el tiempo, es un estudio de las cualidades narrativas inherentes al tiempo mismo, una vivificación dentro del género. 240 minutos de cine lento, una sucesión de capítulos y de historias con dos intermedios, personajes menores de provincias, un león abandonado en una hacienda en medio de la nada, cartas, cartas cuyo destinatario es un muerto de múltiples identidades, un tesoro escondido en un banco del África, una mujer de la que sólo sabremos minuciosamente sus horarios de hotel...Una verdadera felicidad clandestina.